CAPITULO 2
“La primera cosecha”
Aquella mañana, Jack se amaneció con mucha energía, y estaba listo para un nuevo día de trabajo. Para no morirse de hambre, como había sucedido en el día anterior, decidió tomar desayuno antes de irse a trabajar. Sin dejar de pensar en que se podía quedar sin alimento algún día, sacó unas pocas frutas de su nevera, luego, las comió, acompañándolas con una taza de té. Cuando terminó de desayunar, salió de su casa. Lo primero que hizo al salir fue ir a ver sus nabos. Habían salido brotes. Jack se puso muy feliz al ver que sus nabos estaban creciendo bien. Después de verlos un rato, sacó la regadera de su mochila, fue a buscar agua en un pequeño pozo que estaba en su granja, y luego, regó los nabos. Cuando terminó, fue de camino al bosque, y pensando en los pescados que podría pescar, recordó a los que había dejado en la caja de ventas. Emocionado, fue corriendo a ver cuánto dinero le habían dejado, pero se decepcionó al ver cuánto le habían dejado. Dentro de la caja de ventas habían dejado a penas quince miserables centavos. Lo primero que pensó al recoger los centavos, fue que el señor que recogía la mercancía era un amarrete, pero luego, reflexionó y se dio cuenta de que quizás, le había dejado poco debido al tamaño que tenían los cuatro pescados. Sin embargo, también pensó que el esfuerzo de pescar merecía más dinero, y por esto, lo siguió considerando un tacaño.
Luego de guardar el dinero, siguió su camino hacia el bosque. Al llegar al puente, se puso a pescar. Como pescando conseguía dinero y alimento, decidió hacer lo mismo todos los días: Levantarse, desayunar, regar sus nabos, pescar, almorzar, seguir pescando, cenar finalmente, acostarse y dormir. Así lo hizo, y esta fue su rutina diaria. Dentro de su rutina, también estaba ir a saludar a Popuri de vez en cuando, si es que se la encontraba. Cuando ya habían pasado unos cuatro días, Jack no pudo seguir cumpliendo con su rutina, porque algo inesperado había sucedido. Aquel día, se había dirigido a regar sus nabos, y al verlos, Jack se alegró mucho. Sus nabos ya casi estaban listos para ser cosechados.
-¡Qué bien, dentro de poco tendré mi primera cosecha! –Dijo Jack, muy alegre. Mientras los observaba, contó los brotes, y se pensó que había plantado bastante poco, y que si quería progresar, debía tener más cultivos, y pensó en ir a comprar semillas, pero justo antes de ir, pensó: “Cuando Popuri me ayudó a plantar los nabos, yo no fui muy gentil con ella, si la encuentro de nuevo en la florería, debería pedirle perdón. Pero… eso fue hace ya un tiempo, y pedirle perdón ahora sería ridículo. ¿Qué puedo hacer?”. Luego de esto, recodó como fue el día en que la conoció y le ayudó a plantar los nabos, y en esto, se le ocurrió una idea. Fue corriendo al bosque, y luego fue al lado de la Diosa. Al llegar, empezó a recoger las flores amarillas más lindas que encontraba. Justo cuando iba a arrancar la ultima, una sombra se apareció justo delante de él. Asustado, miró hacia atrás, y vio que era Popuri.
-¿Por qué cortas las flores? Esas flores pertenecen a este lugar, no debes quitarlas. –Dijo Popuri, muy enojada. Jack no sabía qué hacer, eran para ella, pero, ¿Cómo decírselo?. Estaba desesperado, no se le ocurría que decir, pero luego, dijo muy decidido:
-Estas… las corté para ti. –Dijo Jack, nervioso y sonrojado. Cuando Popuri oyó esto, le pareció que no era más que una excusa, pero por el gesto que tenía Jack, y por su sonrojado rostro, le pareció que era la verdad. Después de esto, Jack estiró el brazo para que Popuri recibiera las flores. Ella las tomó de las manos de Jack, y luego, se sonrojó. Nunca había recibido flores de parte de algún chico. Jack también quería decirle el motivo por el cual le dio las flores, pero luego prefirió no decirlo, después de todo, ella se veía muy feliz.
-Ah… Hum… gracias. –Dijo Popuri, tímidamente, luego, se fue del lago, llevando las flores. Jack, en cambio, se quedó en el lago, pensando en Popuri.
Mientras pensaba en ella, recordó que había planeado comprar semillas, así que salió del lago para ir a la florería. Al llegar, tomó una bolsita con semillas de nabo, y las dejó en la mesita en frente de Lyla, para que las viera.
-Las voy a comprar.
-Bien, son veinticinco centavos. –Dijo Lyla, y Jack, puso el dinero en la mesa.
-Aquí tiene, gracias. –Dijo Jack. Luego, cogió la bolsita, y se dirigió a la puerta. Justo cuando la iba abrir, alguien desde afuera la abrió para entrar. Era Popuri, que venía con las flores que le había dado Jack en la mano. Cuando Popuri vio a Jack, toda su cara se tornó de color rojo, pues le había dado corte ver a Jack después de que le hubiera dado las flores. Para no ver a Jack, bajó la vista, y entró en una puerta de la florería. Justo cuando Popuri cerró la puerta, Jack sintió un inmenso calor por todo su cuerpo. Jack salió de la florería, y fue corriendo hacia su granja, para que se le pasara ese molesto calor. Al llegar, dio un suspiro, y luego, empezó a plantar las semillas. Los plantó siguiendo todos consejos que le había dicho Popuri cuando lo ayudó a plantar por primera vez. Al terminar de plantarlos, siguió con su rutina diaria, pero estando nervioso y atento por si Popuri se aproximaba.
Al otro día, Jack cambió un poco su rutina. Aquel viernes, decidió ir a pescar a la playa. Desde un principio, Jack no sabía donde quedaba la playa, pero Grey, le había dicho donde quedaba y como llegar. Cuando Jack, estaba a punto de llegar, un señor vestido de rojo, y que era poco bajito, no lo dejó entrar.
-¡Alto! No puedes pasar. –Dijo el señor.
-Pero… ¿Por qué? –Dijo Jack, preocupado.
-Porque estamos preparando las cosas para el festival de “Las flores lunares”.
-¿Cuándo empieza? –Dijo Jack, emocionado por querer ir a un festival.
-¡Aún falta! Comienza a las nueve de la noche. -Jack estaba pensando en ir, y como no debía hacer nada en especial a esa hora, decidió que si iría en la noche. Se le había ocurrido que podría invitar a Popuri, para que fuera con él al festival, pero decírselo sería muy difícil. Sin embargo, le gustaría mucho que Popuri estuviera a su lado para un festival. Por alguna razón, Jack sentía que pasar un festival con Popuri, era lago que en verdad quería que sucediera. Impaciente por preguntarle a Popuri si quería ir con él, se fue a pescar, porque de seguro, ella daría un paseo cerca de allí, y si lo hacía, le podría preguntar. Cuando llegó al rio, tiro el anzuelo al agua, y se puso a pescar. Aquella vez, tuvo bastante suerte, pues habían pasado apenas cinco minutos, y ya había pescado dos peces. Justo cuando tiró su anzuelo al agua por tercera vez, Popuri entró al bosque, pero Jack no se dio cuenta de eso. Popuri, se iba acercando cada vez más a Jack, hasta que se puso a su lado, y lo saludó.
-Hola Jack. –Dice Popuri. Apenas Jack oyó la tierna voz de Popuri, supo que era ella.
-¡Popuri, que bueno que te encuentro! –Dijo Jack, contento.
-¿En verdad, y por qué? –Preguntó curiosa Popuri.
-Te quería preguntar algo importante.
-¿Si, y qué es?
-Quería… saber si tú… -Dijo Jack, muy nervioso, sin poder completar su frase.
-¿Si yo qué?
-...si te gustaría…
-¿Qué cosa?
-…no, nada, perdona. –Dijo Jack, sabiendo que no tenía el valor suficiente como para decírselo.
-Sé que es algo, Jack. Soy tu amiga, puedes confiar en mí. Anda, dime que es lo que me querías decir.
-En serio, no es nada. –Dijo Jack, persistente.
-Bueno, como quieras, ¡Adiós! –Dijo Popuri, y se fue. Jack dio un suspiro, sintió que había fracasado por no tener el valor suficiente como para invitarla. Esto le dio mucha rabia, en verdad quería ir con Popuri al festival, pero pensó también que quizás, Popuri iría al festival por cuenta propia, así que, por lo menos, ella podría estar allí. Con esto, dejó ese asunto atrás, y siguió pescando.
En la noche, apenas fueron las nueve, Jack fue a la playa. Aún no habían comenzado con la principal atracción del festival, pero ya estaba listo todo. Jack, estaba buscando entre toda la gente a Popuri, pero no la veía por ningún lado. Al parecer, Popuri no había ido al festival. Esto lo entristeció mucho, tanto, que no le interesó que pasaba en el festival. El tiempo se le hizo bastante corto, cada hora del festival, era para él apenas un minuto, incluso, no notó cuando se empezó a ir la gente. Al entrar en razón, se dio cuenta que estaba solo, en la penumbra oscuridad de la noche. De repente, escuchó la voz de alguien.
-Alguien… ¿Alguien está por ahí? –Dijo alguien, que por la voz, se podía identificar que provenía de una chica, y que al parecer, estaba cerca de Jack.
-¿Quién anda ahí? –Preguntó Jack, con miedo.
-¡Si, si hay alguien! ¡Necesito ayuda, no veo nada! –Dijo la chica. Jack se acercó a la chica, siguiendo su voz con confianza. Jack estiró el brazo para ver dónde estaba la chica, y logró tocar su mano. Al hacerlo, la sujetó para que no la perdiera. –Llévame a mi casa, por favor, ¿Sabes dónde queda la panadería?
-No.
-¿Y sabes cómo llegar a la florería?
-A la florería, si.
-Bien, en frente de la florería está la panadería. Si me llevas hasta allí, estaré segura.
-Te llevaré hasta allí, pero no me sueltes, o te perderás. –Dijo Jack, sin soltar la mano de la chica. Como Jack se sabía el camino de memoria desde su casa hasta la florería, podría llegar desde la playa sin ver nada. Jack y la chica partieron su camino, caminando lenta y cuidadosamente para no tropezar con nada. Cuando a Jack le pareció haber llegado a una casa, se agachó para verificar si era la florería. Estiró el brazo y tocó unas flores, de este modo, supo que en verdad habían llegado a la florería. Se levantó y dio media vuelta, para tener en frente la panadería. Avanzó lentamente hasta chocar contra una pared. Fue tocando la pared y avanzando a la derecha a la vez, para tocar la puerta. Cuando la encontró, golpeó a la puerta.
-¿Ya llegamos? –Preguntó la chica, al escuchar que Jack golpeaba una puerta. Jack tuvo que golpear la puerta dos veces, porque al parecer, nadie dentro había escuchado. Pero ni a la segunda hubo respuesta, así que golpeó una tercera vez, pero ahora, con más fuerza. Esta vez, se escuchó a alguien dentro, que caminaba por un piso de madera. De repente, se encendieron las luces de un farol que estaba al lado de la puerta de la panadería, y la puerta la habían abierto. Con la luz, Jack pudo ver cómo era la chica. Era bastante bonita, tenía ojos de color canela, que combinaban con su pelo corto y café, y usaba un lindo delantal azul. El hombre que les había abierto, era un tipo con aspecto de chef, que al ver a Jack y a la chica, se sorprendió.
-¡Elli, yo pensé que ya estabas dentro durmiendo!
-Aún estaba en el festival. –Dijo la chica.
-¿Y por qué llegas tan tarde?
-Porque estaba todo muy oscuro, no se podía ver nada, pero él me ayudó a llegar hasta aquí. Si no fuera por él, quizás no hubiera regresado jamás. –Dijo Elli, muy agradecida. Luego, se voltea, y mira a Jack. –Gracias por dejarme en la panadería, ¡No puedo imaginar que hubiera hecho sin ti! –Dice Elli, muy agradecida.
-No fue nada, solo te ayudé un poco. Bueno, me tengo que ir, antes de que se haga más tarde.
-No, espera. –Dice Elli, que entra en la casa, y regresa con una vela encendida. Luego, estira los brazos para que Jack la reciba. –Con esto no tendrás problemas para volver a tu casa.
-¡Gracias! –Dijo Jack, yéndose camino a su casa. Jack trató de ir despacio, para que la vela no se apagara con el viento. Jack, apenas llegó a su casa, se fue a dormir.
Al día siguiente, Jack se despertó al escuchar que alguien golpeaba a su puerta. Como tenía que abrir, se vistió lo más rápido posible, y fue a abrir la puerta. La persona que estaba golpeando era Popuri.
-¡Jack, ven rápido, tus nabos ya crecieron! –Dijo Popuri, muy emocionada. Jack, salió corriendo de su casa y fue a ver sus nabos. Popuri tenía razón, sus nabos ya estaban listos para ser cosechados. Jack los sacó de la tierra cuidadosamente para no dañarlos. En total, cosechó nueve. Cinco los dejó en la caja de ventas, mientras que otros tres los guardó en su mochila, quedándole uno en la mano. Jack, sonrojado, le dijo a Popuri, estirando los brazos.
-Ten, este es para ti. –Dijo Jack, cariñosamente.
-Muchas gracias, pero son tuyos, Jack, tú los debes tener y ver qué hacer con ellos.
-Pero sin ti, no hubieran crecido.
-Bueno, si insistes, lo aceptaré. –Dijo Popuri, sonrojándose un poco. Popuri recibió el nabo, y ambos se miraron, se miraban directamente a los ojos, sin despegar la vista el uno del otro, hasta que Popuri sonrió.
-No me mires tanto, me da vergüenza. –Dijo Popuri, con una voz muy tierna. Jack se ruborizó, y empezó a mirar cualquier cosa que no fuera Popuri. En su rostro se podía observar que estaba bastante nervioso. Popuri, al verlo así, soltó una tierna risa.
-Gracias otra vez por darme este nabo, adiós. –Dijo Popuri, que se va caminando muy feliz. Jack, sin decir nada, se quedó pensando allí, en que quizás, ella en verdad lo quería, y que algún día ella podría ser su novia, por más que pensar en eso fuera demasiado pronto, apenas le había regalado flores y un nabo. Pero luego, le llegó a la mente algo que le quitó toda la inspiración y el calor, dejándolo frío. Había pensado en que tal vez, otro chico ya le había dado mejores cosas, o peor, que ya tenía novio. Pensar en esto sin tener pruebas no era del todo ridículo, pues Popuri, era una chica muy amorosa y atractiva, y más de un chico se debe haber enamorado de ella. Jack, definitivamente tenía que averiguar esto lo más rápido posible, pues se oponía rotunamente a la idea de que Popuri le rompiera el corazón.