Harvest Moon: Jack's Adventure
  Capitulo 1
 

CAPITULO 1

“UN NUEVO COMIENZO”


Eran las siete de la noche, el tren estaba a punto de partir, por suerte, Jack pudo tomarlo a tiempo. Ya todos los pasajeros estaban en sus asientos. Solo quedaba uno disponible. Jack se sentó allí. Al lado de él había un chico con una gorra, que era probablemente de su misma edad.

-¿A dónde vas? –Preguntó el chico.

-¿Eh? –Dijo Jack

-¿Acaso vas a quedarte callado todo el viaje?

-Ah, bueno… yo voy a Villa Brote de flor.

-¡Que coincidencia! Yo también voy para allá.

-¿Y qué vas a hacer?

-Voy a vivir con mi papá y con mi hermana, en una granja, llamada Rancho Verde. ¿Y qué hay de ti?

-Yo voy a ocupar la granja que me heredó mi abuelo.

-¿Y hace cuánto te la heredó?

-Hace como… unos 5 años, no la podía ocupar antes porque era muy pequeño como para ocuparla.

-Mmm… si tiene 5 años sin uso, tiene que estar hecha un desastre, si quieres que te vaya bien, vas a tener que hacer mucho trabajo.

-Y… eso de que está hecha un desastre… ¿A qué te refieres? –Preguntó Jack, un poco nervioso.

-A hojas tiradas, rocas, tocones, y muchísimas malezas.

-¿Sólo eso? No se oye como un duro trabajo.

-Eso depende de que tan grande sea el terreno.

 

Después de oír esto, otra vez se puso nervioso, ya que le dijeron que la granja heredada era bastante grande.

Cuando pasaron 30 minutos, el chico se quedó dormido, pero Jack no durmió, se quedó pensando en qué hacer con su terreno, como poder manejar su nueva granja, y lo que más de molestó, como limpiar el desastre que le mencionó el chico.

A Jack, el tiempo del viaje se le hizo bastante corto pensando en su granja. Cuando el tren se detuvo por completo, ambos se bajaron del tren y sacaron sus equipajes.

 

-A propósito, ¿Te dije mi nombre?

-No, yo tampoco. Yo soy Jack.

-Yo soy Grey. –Dice Grey, luego mira su reloj. -¡¿Las diez de la noche!? ¡Se me hizo muy tarde! ¡Maldito tren! Bueno Jack, me tengo que ir, ¡Adiós!

-¡Adiós! –Dijo Jack, y Grey, se fue muy rápido.

 

Luego de esto, Jack se fue caminando a su casa, iba cansado y con sueño. Cuando llegó  a su destino, se fue directamente a su nueva casa, tenia tanto cansancio que no quiso ver su terreno, en vez de eso, decidió verlo mañana por la mañana.

A la mañana siguiente, se dio cuenta de que su nueva casa era pequeña, y también vio un baúl que ayer en la noche no había visto por la oscuridad (Aquella noche no prendió ninguna luz, solo entró y se acostó en su cama). Jack se levantó y fue a abrir ese baúl. Estaba un poco polvoriento, y tenía unas cuantas telarañas. Dentro del baúl había herramientas de trabajo para granja. Había un martillo, una regadera, un hacha, una oz, un azadón y un saquito pequeño muy sucio, polvoriento y maltratado. Jack puso todas estas herramientas en su mochila, todo, excepto el saquito. Luego de llevarse esto, salió de su casa. Fue corriendo a su terreno muy emocionado por su primer día de trabajo en la granja, tenía muchos deseos de plantar y cultivar, pero no tardó en darse cuenta de que no tenía ni una sola semilla. Revisó en su bolsillo, y solo tenía 25 centavos. No le quedaba otra opción que ir a comprar semillas, así que salió al pueblo. No demoró mucho en encontrar una florería. Jack entró en la florería, y desde el mostrador, le habló una señora muy alegre.

 

-¡Hola! Pasa, bienvenido a la Florería de Lyla.

 

Jack se paseó por la florería, había una mesa larga, donde tenía muchas bolsas con semillas. De repente, de una puerta, apareció una chica peli rosada, que usaba un cintillo verde, y un vestido rojo. Era una chica linda. Esa chica, pasó cerca de Jack, y luego salió del a florería.

     Jack se quedó detenido un rato, y luego recordó que tenía que comprar semillas, así que cogió una bolsita blanca, y la señora le dijo:

 

-Esas son semillas de nabo, valen 25 centavos.

 

Jack revisó su bolsillo. Era justamente el dinero que tenía, así que lo sacó y se fue al mostrador, con las semillas en mano. Justo cuando llegó al mostrador, alguien abrió la puerta de la florería. Era la misma chica de antes. Ella fue caminando directamente hacia la señora del mostrador.

 

-Mamá –Dijo la chica -, ¿Me puedes dar más dinero?

-Pero hija, acabo de darte tu mesada.

-Por favor… -Dice la chica, luego mira a Jack -¡Oye! ¿Eres nuevo? Nunca te había visto por aquí.

-Es que yo… llegué al pueblo ayer.

-¿Y cómo te llamas?

-Jack.

-¿Vas a plantar nabos?

-Sí, va a ser mi primera plantación en mi granja.

-¿Tienes una granja? ¡Qué emocionante! ¿Quieres que te ayude a plantar?

-¡Si, me gustaría!

-No es nada, a mi me encanta todo lo que tenga que ver con plantas y flores. Por cierto, me llamo Popuri. Bueno, vamos a tu granja, yo te sigo.

 

Jack salió de la florería, y la chica lo iba siguiendo. No tardaron mucho en llegar.

 

-Aquí es. –Dijo Jack, siguió caminando hasta llegar al terreno de tierra. Cuando llegó, se detuvo, y de la mochila sacó su azadón.

-Aquí plantemos los nabos.

-¿Hablas en serio? Aquí no crecerá nada.

-¡Oye, no seas así, aquí mi abuelo plantó y cosechó mucho! Y además, tiene un valor especial para mí.

-Jeje, yo no me refería a la granja en general, me refería a este lugar del terreno que elegiste. Aquí no crecerá porque hay demasiada maleza, si la quitas si podrá crecer.

 -Entonces… -Jack guardó su azadón, y seguidamente, sacó su oz. –Uso la oz.

-¡No, no, no! Esas malezas son muy pequeñas, si hay malezas grandes, usa la oz y luego quítala. A esta solo quítala, pero cuidadosamente, para que no dejes raíz.

 

Jack hizo lo que le dijo, pero se sintió un poco mal, ¿Qué pensaría Popuri de él, si ella sabia más sobre cultivos, y supuestamente, él tenía que ser más experto que ella?

Luego de sacar todas las malezas, Jack cavó lo suficiente como para todas las semillas. Trató de hacerlo lo mejor posible para que ella no lo corrigiera. Luego de enterrar las semillas, la chica regó lo plantado con su propia regadera, que había traído consigo desde la florería.

 

-¡Sí, mi primera plantación en mi granja! –Dijo Jack, muy feliz. –Gracias por ayudarme, Popuri.

-De nada, me divertí mucho ayudándote. Para otra vez que quieras plantar, seguro necesitaras mi ayuda de nuevo, así que, avísame cuando vayas a plantar, ¿Si?

 

Cuando Popuri dijo esto, Jack se quedó frio. Pensaba que Popuri lo consideraba un bebé, por necesitar su ayuda siempre que quiera plantar. También pensó “Quizás no me ayudar porque le agradé, si no porque le doy lastima”.

 

-No… creo que necesite ayuda… -Jack iba a decir también gracias, pero se arrepintió.

-Hum…, bueno, adiós. –Dice Popuri, un poco deprimida, y se va.

 

Cuando Jack perdió de vista a Popuri, pensó: “Tal vez, debí hacer sido un poquito más amable, pero… quizás, no se merezca mi buen trato por considerarme tonto. Pero… también lo fui un poco por no saber nada. Aunque… probablemente sin su ayuda, mis nabos jamás crecerían… ¡Ah, esto es confuso! ¿Qué debía haber hecho?”. Justo cuando terminó de pensar en esto, su tripa le rugió. Aún no había desayunado nada, así que entró a su casa. Al entrar, fue a ver su maleta, para ver que había traído de comer. Dentro tenía abundante comida, pero no le duraría para más de dos semanas.

 

-¡Oh, no! ¡Me moriré de hambre! –Dijo Jack, asustado. Luego de esto, se fue a sentar encima de su cama, sin comer nada, sólo se sentó para pensar, sobre cómo alimentarse. Pensó en alimentarse de sus cultivos, pero se demorarían mucho en crecer, y luego, pensó en frutos que estén en el bosque. Por esto, Jack salió de su casa, y luego de su granja. Cerca del camino que dirigía al pueblo, había uno que dirigía al bosque. Jack tomó ese camino. Al llegar, se dio cuenta de la gran cantidad de árboles que había, sin embargo, no encontró mucho de lo que buscaba. Apenas había unas cuantas moras en el suelo. “Si, al parecer no resistiré mucho aquí”, pensó Jack, desanimado. Estaba a punto de irse a su casa, cuando de repente, de una cabaña que estaba que estaba en el bosque, sale un hombre moreno, de pelo blanco, que traía una caña de pescar. Al verlo, Jack se puso muy contento. Estaba salvado, si pescaba, podría tener alimento. Pero la alegría no duró mucho. Se dio cuenta de que no tenía una caña. Estaba un poco triste, pero, al menos tenía en cuenta que solo necesitaba una caña.

 

-¡Ay! ¡Uf! ¡Qué pez más fuerte! ¡Me está costando mucho! –Dijo el pescador, llamándole la atención a Jack. Él se acercó al pescador para ayudarlo a pescar al pez, le ayudó tirando también de la caña. Gracias a la ayuda de Jack, el pez se rindió, y lo pudieron atrapar. El pescador estaba muy agradecido.

-Gracias por ayudarme a pescar, ¡Se nota que eres muy bueno pescando! Dime, ¿Cuál es el pez más grande que haz pescado?

-¿Yo? No, no he pescado ninguno, de hecho, ni siquiera tengo caña.

-Vaya, perdón, pensé que ya habías pescado antes. Tu pareces ser en verdad un buen pescador, ¿Quieres que te de una caña?

-¡Sí, me encantaría tener una! –Dijo Jack, feliz de poder tener una caña, ya que la necesitaba. El pescador fue a su cabaña, luego, salió de ella con una caña.

-Esta caña la hice yo. ¡No te preocupes! No es de mala calidad, ya la he probado antes.

-¡Gracias! –Dice contento, caminando hasta el puente del rio. Cuando llegó, se puso a mirar un poco el agua. Luego, sacó su caña, lanzó el anzuelo al mar, y se puso a pescar. Habían pasado a unos dos minutos, cuando Jack ve al pescador percatarse de algo. Luego de esto, el pescador va corriendo hacia Jack, con una lata vieja en la mano.

 

-Perdón, me había olvidado de darte una de estas. –Dijo el pescador, dándole la lata a Jack. Dentro de la lata había gusanos. Cuando los vio, sacó su caña, y observó el anzuelo. Jack se rio, y le pidió la lata al pescador, Puso un gusano en el anzuelo, y se puso a pescar, otra vez. El tiempo pasó y pasó, pero ni un solo pez picaba. Cuando pasaron quince minutos, recién picó uno. Jack hizo todo con tal de no dejarlo escapar, tiró muy fuerte para que no se escapara, sin embargo, se escapó de todos modos.

 

-¡Ja ja ja! ¡Ju ju ja ja! ¡Ah…! Que gracioso… -Dijo un chico con gorra, que a Jack le parecía conocido.

-¿Quién eres tú? –Preguntó Jack, un poco molesto.

-¿Qué, ya lo olvidaste? –Dijo el chico, en forma burlesca.

-Mmm… la verdad, si.

-¡Qué olvidadizo eres, yo soy Grey!

-¿Grey?  No me suena.

-¡Me conociste en el tren!

-Ah… si, ya me acordé.

-¿No estás feliz de verme de nuevo?

-Mmm…

-… ¡Oye! Le acabo de pedir algo a la diosa de la cosecha, Le di mi mejor fruto, para que me lo cumpliera.

-¿Y dónde pediste eso?

-Mira… -Dice Grey, apuntando hacia un camino un poco angosto, rodeado de árboles. –Por ese camino, está el lago de la Diosa de la cosecha. Dicen que si arrojas una cosecha propiamente tuya, te concede lo que le pidas, al menos, eso dicen. El lago es muy bonito, tiene muchos árboles alrededor, no llega ni un solo rayo de sol, y tiene muchas flores.

-¡Qué bien, voy a ir a verlo, adiós1 –Dice Jack, y luego de esto, corre hacia el lago. Antes de entrar, se detiene. -¿Qué le pediste a la Diosa de la cosecha?

-No te lo voy a decir.

-Bueno, si no quieres es cosa tuya, ¡Adiós! –Dice Jack, y se va al lago. Al llegar, se dio cuenta de que Grey tenía razón, no llegaba ni un rayo de sol. Era un lugar precioso, estaba repleto de flores amarillas, y un sendero de tierra dirigía al lado de la Diosa. Jack se acercó al lago. No tenía ninguna cosecha, sin embargo, le pidió un algo.

 

-Diosa de la cosecha, no tengo ninguna cosecha mía para darte, pero te quiero pedir que me ayudes un poco en mi granja, que hagas que comience bien, para que no sea un desastre. No es que crea que sea malo para manejar una granja, pero soy nuevo, y no sé cómo me irá. Ojalá me puedas ayudar, haz lo posible. –Dijo Jack, muy concentrado en lo que le pedía. Luego de esto, se fue del lago hacia su casa para poder desayunar, ya que aún no lo hacía. Al llegar a su casa, tenía bastante hambre, así que, de uno de sus equipajes, sacó una caja con comida. Dentro tenía pana, bolsitas de té, bollitos de arroz, y unas cuantas frutas. Como era algo tarde como para ser el desayuno, se quedó comiendo y descansando por unas horas. Luego de descansar suficiente, se fue al bosque, a pescar de nuevo, pues aún no había pescado nada. Cuando empezó a pescar, era ya mediodía, y planeó almorzar pescado, si es que lograba antes pescar uno.

Habían pasado cinco minutos, y nada. Pasaron cinco más y tampoco. Luego pasaron cinco minutos más, y por fin picó uno. Esta vez, tiró con todas sus fuerzas para que no se le escapara, y tuvo suerte, logró pescar al pez. Jack estaba muy contento, a pesar de que el pez era algo pequeño. Como aún no tenía hambre, decidió quedarse a pescar hasta que tuviera. Al terminar de pescar, llevó todos sus pescados a casa. Cuando llegó, los contó. Tenía ocho pescados. Tomó dos de ellos y los cocinó, el resto los guardó en su nevera. Cuando terminó de cocinar, le agrego a sus dos pescados uno de sus bollitos de arroz. Al terminar de almorzar, se dio cuenta de que no era muy bueno cocinando. Jack salió de su casa, y fue a ver sus nabos. Aún no crecía nada, y pensó que comer pescado todos los días sería hartante, algún día tenía que almorzar algo diferente, así que pensó en ir a una tienda a comprar, pero luego recordó que le hacía falta dinero. En esto, se le ocurrió una idea, si podía vender sus cosechas, tal vez podría vender peces. Jack entró a su casa y sacó de su nevera cuatro peces, luego salió y los puso en su caja de ventas. La caja de ventas era una caja ancha de madera, que estaba en frente de su casa, allí Jack tenía que guardar sus productos que quería vender. A la noche, un hombre se los llevaba y le dejaba dinero. Después de dejar los pescados en la caja, entró a su casa y empezó a ver televisión hasta que le diera sueño. Había llegado cansado a su casa, ese día le pareció muy agotador, pensó que esto debía pasar por ser su primer día en su granja. Debido al cansancio, se acostó temprano.

 
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